En
ese momento el tiempo se para y recuerdo la última vez que nos vimos, en el
aeropuerto cuando me quedé con ganas de besarle. Ahora han pasado seis años y
está más guapo que nunca.
-
¿Eres tú, Alex? No me lo puedo creer. Han pasado seis años desde la última vez
que nos vimos. –Yo no puedo articular palabra-. ¿Qué haces aquí? Tenía
entendido que te sacaste la carrera de psicología y que trabajabas desde tu
casa pero te perdí la pista.
-
Pues, hasta hace dos días he estado trabajando desde mi apartamento en el
centro pero las cosas iban mal y mi hermana me dijo que el puesto de psicólogo
aquí estaba libre y esta mañana vine a hacer una entrevista y me cogieron en el
acto. ¿Y tú?
-
Pues terminé la universidad y me ofrecieron un puesto de trabajo como profesor
de matemáticas y física y química aquí y no me lo pensé dos veces. Cuando vine,
pensé que ya no estarías en New York. Llegué a pensar que no te volvería a ver.
-
¿Por qué?
-
Cuando nos despedimos me dijiste que al acabar la universidad quedaríamos, pero
supongo que el tiempo pasa y las personas cambiamos. Pero no te preocupes, yo
también podría haberte llamado o algo.
-
Lo siento. Me arrepiento de no haberte dicho nada. Al acabar la uni tenía
pensado volver a España pero sentí que debía quedarme aquí. Algo me decía que
este era el sitio indicado para desarrollar mi vida. Sé que es complicado de
entender pero…
-
No. Tranquila. Te entiendo. Cuando me ofrecieron el puesto de trabajo en este
instituto no quería marcharme y dejar a mi novia. –¿Novia? ¿Pero por qué me
pongo celosa? Yo también he salido con otras personas y al fin y al cabo nunca
he salido con Yosh. No tengo motivos para estar celosa-. Si quieres algún día
de estos quedamos para tomar café. Bueno, de todas formas trabajamos en el mismo
sitio y tendremos más tiempo para hablar.
-
¿Te parece bien si quedamos al salir? Podemos comer juntos. Conozco un
restaurante muy bueno cerca de aquí.
-
Sí, me gustaría mucho. Hay tantas cosas que tenemos que contarnos. Nos vemos
luego. –Se acerca a mí y nos damos dos besos en las mejillas. Le veo alejarse y
me doy cuenta de que tenía pensado volver a casa con Sam. La busco por el
recreo y le pido que hable conmigo.
-
He quedado con un profesor para comer. No sé si te acuerdas de Yosh, el hijo de
la vecina. Éramos muy buenos amigos.
-
¡Claro! Ya decía yo que me sonaba su cara. Es Yosh. Pues está muy guapo.
¿Todavía te gusta?
-
¿Cómo que todavía?
-
Cuando estabas en España te morías por sus huesos.
-
No seas tonta.
-
Venga Alex, a mí no me engañas. Pude ver cómo le mirabas. Estoy segura de que
estabas enamorada de él.
-
Es posible. Pero el tiempo pasa, las personas cambiamos. Yo ahora estoy con
Bobby y nuestra relación está empezando, es cierto que no le quiero, me gusta,
pero supongo que las cosas llevan su curso.
-
Si yo no te digo nada. Bobby me gusta mucho y te veo feliz con él. No te preocupes,
me voy a casa y luego me cuentas. Hasta luego. ¡Ah, por cierto! Dale recuerdos
de mi parte.
-
Tranquila. Hasta luego. –Voy a comer con Yosh, me siento muy feliz pero a la
vez me siento un poco culpable por Bobby. Pero, ¿qué estoy diciendo?, Yosh sólo
es un amigo y ya está. Cuando acaban las clases recojo mis cosas y llaman a la
puerta de mi clase.
-
Pase.
-
Hola, ¿estás lista? –Le miro y estaba tan guapo como siempre.
-
Sí. Vámonos. –Nos dirigimos al coche, llegamos al restaurante y como todo un
caballero me aparta la silla para que me siente-. Gracias. Veo que en ese
sentido no has cambiado nada. –Nos reímos.
-
Pues sí que recuerdas cosas de cuando éramos pequeños.
-
Pues claro. Sólo han pasado seis años. ¿Acaso crees que me he olvidado de ti?
-
No, pero no sabía que te fijases en los detalles. –Si supiera los detalles que
me hicieron enamorarme de él y que aún recuerdo. Claro que también tiene otros
que me irritan pero con la carita de niño bueno que me ponía le perdonaba
cualquier cosa-. ¿Has decidido qué vas a comer?
-
Sí. –Dicho esto se acercó el camarero.
-
¿Qué desea tomar la dulce pareja?
-
No, sólo somos amigos. –Me pongo muy nerviosa. En el fondo me hubiera gustado
poder decirle: sí, estamos encantados. Pero no, eso es imposible.
-
Yo tomaré el plato especial del día. ¿Y tú, Alex?
-
Yo también.
-
Para beber yo quiero una cerveza sin alcohol.
-
Yo quiero una sin con casera. –El camarero asiente y se aleja.
-
Bueno, cuéntame. ¿Te han ido bien las cosas?
-
No me puedo quejar. Mis años de universidad fueron felices. Conocí a mucha
gente y sigo viéndome con mis compañeras de piso. Al acabar, con el dinero que
me enviaron mis padres me compré un ático en el centro. A veces me dan ganas de
volver a España y dejarlo todo, sentirme otra vez pequeña, pero luego me doy
cuenta de que los años no pasan sólo por mí. ¿Y tú?
-
Al poco de llegar aquí quise renunciar y volver, pero por algún motivo me
quedé. Presentí que si me quedaba sería mejor, era como si algo me dijese que
aquí encontraría algo. Mira por dónde me he reencontrado contigo. Supongo que
el destino ha querido cumplir nuestra promesa por nosotros.
-
Antes me dijiste que cuando te ofrecieron el trabajo no querías venir porque
tenías novia y no querías dejarla.
-
Así es, decidimos intentar la relación a distancia. Pensé que si era la
adecuada podríamos superarlo. Incluso teníamos planes de quedarnos a vivir aquí
cuando ella terminara su contrato. Pero hace un año me llamó y me dejó. Me dijo
que se había enamorado de su jefe y que lo sentía, pero que tanto ella como yo
sabíamos que las relaciones a distancia no funcionan nunca. –Y que lo digas.
-
Lo siento.
-
No, tranquila. Si yo también quería cortar con ella. El estar tanto tiempo
separados me hizo darme cuenta de que no era la mujer de mi vida y que estaba
mejor sin ella. Así que ahora estoy soltero, pero sí he notado que la profesora
de música me mira mucho. La semana pasada me invitó a cenar. Lo pasamos bien,
es maja y guapa, pero no creo que pueda tener una relación seria con ella. De
momento quedamos de vez en cuando. ¿Y tú?
-
Llevo saliendo un tiempo con un paciente mío.
-
Me alegro. ¿No se habrá molestado porque has venido a comer conmigo?
-
La verdad es que no se lo he dicho pero sé que no es celoso. No te preocupes. –Seguimos
charlando y riéndonos de las anécdotas de nuestra infancia.
-
Todavía recuerdo el día en que toda la clase jugamos a la botella. Nos tocó a
nosotros y cuando entramos en el armario para besarnos ninguno sabíamos qué
hacer.
-
Me sentía muy incómoda, eras mi amigo y besarte me resultaba extraño. Al final
decidimos contar que nos habíamos besado pero no lo hicimos.
-
Si no recuerdo mal, Pablo y Niki se besaron y así fue como acabaron siendo
novios. ¡Qué casualidad! –Pues al final sí tendría que haberle besado.
-
Me ha gustado mucho comer contigo. Hemos rememorado muchas cosas.
-
Si quieres otro día repetimos.
-
Claro.
-
¿Quieres que te lleve a tu casa?
-
No, tengo el coche en el colegio. Sólo acércame allí.
-
Está bien. –No me deja pagar. Nos metemos en el coche y me deja en el
aparcamiento. Antes de salir nos despedimos-. Mañana nos vemos. Si necesitas
que mañana te ayude con los chicos me lo dices.
-
Te agradezco mucho lo de antes. Nunca pensé que iba a dar clase a unos
adolescentes problemáticos.
-
Pues prepárate porque a la excursión de la montaña es imprescindible que vaya
el psicólogo, por si acaso.
-
Bueno, en ese caso practicaré un poco con Sam.
-
Yo iré. Vamos dos profesores y el psicólogo. Los alumnos me pidieron que vaya
yo, se creen que voy a dejar que hagan lo que quieran. No te
preocupes
que no estarás sola.
-
Gracias. Hasta mañana.
-
Adiós.
Nos
despedimos y veo cómo se aleja. Me meto en el coche y voy a casa.
-
¿Qué tal tu cita?
-
Sólo somos amigos.
-
Ya lo sé. Sólo quería chincharte.
-
Me lo he pasado muy bien. Hemos estado hablando de nuestra infancia. Me ha
dicho que estoy obligada a ir a la excursión de la montaña. Al menos podré
vigilarte.
-
¿A mí?
-
Estaba de broma, si tú eres una santa. –Me da con un cojín del sofá. Suena mi
teléfono.
-
¿Dígame?
-
Hola cariño. ¿Qué tal la entrevista de trabajo?
-
Hola. Pues se podría decir que bastante bien, me cogieron y empecé a trabajar.
Tengo mi propia clase además tengo que dar una clase a cada curso una vez a la
semana. Hoy me tocó la clase de Sam, pero me agobié y salí corriendo, pero un
profesor me ayudó y resultó ser un viejo amigo de la infancia.
-
Me alegro mucho cariño. Estaba pensando en que mañana podría irte a buscar al
trabajo y comer juntos. ¿Te parece bien?
-
Perfecto. Nos vemos mañana entonces.
-
Adiós.
-
Hermanita, no sé yo pero creo que la poligamia no está aún aceptada en este
estado. –Dice mientras se levanta lentamente.
-
¡Ven aquí enana! –Salgo corriendo tras ella. La persigo hasta su habitación y
nos tiramos en la cama mientras le hago cosquillas.
-
Retira lo que has dicho.
-
No quiero.
-
Pues entonces ya puedes gritar porque esta vez no está mamá para salvarte.
-
Ajajajaja, para por favor. Me voy a ahogar de la risa. Ajajajaja.
-
Retíralo.
-
Ajajaja, vale vale. Lo siento. –Paro y nos sentamos a charlar. Cenamos y nos vamos
a dormir. Al día siguiente me levanto temprano y me doy una ducha. Preparo el desayuno
y cuando eran casi y media me acerco a la puerta.
-
¿Qué haces?
-
Ya verás. –Suena el timbre. Abro la puerta y allí está.
-
Hola Alex. ¿Puedo pasar?
-
Por supuesto Mike. –Paso cerca de Sam y me pregunta:
-
¿Cómo lo sabías?
-
Intuición femenina.
-
Hola Sam, ¿de qué hablabais?
-
¿Ehh? Ah, nada. Ya nos podemos ir. Hasta luego Alex.
-
Pasadlo bien chicos. –Se van dando un paseo. Yo termino de arreglarme y pongo
rumbo al instituto. Hoy me toca cita con el cuarteto del terror, a ver si puedo
resolver los conflictos sexuales que hay entre ellos.
Llego
a la clase y para mi sorpresa los chicos me están esperando.
-
Vaya, veo que sois madrugadores. Bueno, vamos a empezar. ¿Dónde creéis que está
el problema?
-
Mira. Yo estaba saliendo con Cameron, me presionó para que me acostase con ella
y como yo no quería se empezó a acostar con todo el mundo. La dejé pero a
finales del verano me dijo que quería volver, la rechacé y ahora estamos con
este bonito pastel.
-
¿Es eso lo que pensáis todos?
-
Sí.
-
Sí, pero yo quería decir que una chica tiene sus necesidades y yo no me pude
contener.
-
Ya tía, pero me dijiste que sólo te estabas acostando conmigo.
-
Y eso que más te da si a ti en realidad quien te gusta es Katy.
-
¿Es eso cierto Dick?
-
Sí, le pedí a Katy salir y me rechazó porque le gustaba Kenny, y supongo
que
me acosté con Cameron por despecho.
-
Siento que lo hayas hecho por mi culpa. No quise herirte pero compréndeme, no
podía salir contigo sin sentir nada.
-
No, tranquila. Si lo entiendo. Además ahora estoy saliendo con Judith.
-
Me alegro mucho.
-
Bueno, pasando de vuestras cursilerías, si ya no me necesitáis yo me voy yendo.
¡¡Chao!!
-
Madre mía, ¡qué mujer! Bueno chicos, como parece que lo hemos resuelto os
podéis ir. Mike, quédate un segundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario