Lectores

viernes, 4 de mayo de 2012

Capítulo 2

- Duermo como un bebé gracias a ti. Te lo quería agradecer invitándote a cenar. Sé que ya te pago pero supongo que si quiero salir contigo tendré que dar el primer paso ¿no?
- Me encantaría salir contigo.
- Entonces te recojo esta noche a las 8, ¿te parece bien?
- Sí claro, nos vemos luego.
- Adiós. –Me da un beso en la mejilla y sentada en mi sillón veo cómo se va para luego volver.¡Sí, sí, sí, sí!, digo mientras bailo en mi salón; espera ¿qué me voy a poner? Ya lo sé, ese vestido tan mono que me compré la semana pasada, azul oscuro y también ¿por qué no? los taconazos increíbles que me ha regalado Cintia. Cintia fue una de mis compañeras de piso en mis años de universitaria. Al acabar la uni me compré el ático dúplex en el centro con el dinero que me mandaron mis padres. Bobby es bastante guapo, es arquitecto y supongo que no me importa intentarlo con él. Pero una cosa está clara, si se pasa de listo le aumento el dinero de las consultas. Mierda, entre tanto pensar se me ha ido el santo al cielo, es menos cuarto y aún no me he maquillado. Quince minutos más tarde llaman a la puerta.
- Hola. ¡Vaya, estás guapísima! Te sienta muy bien el azul marino.
- Gracias, eres muy amable. ¿Nos vamos?
- Sí, por supuesto.
Una vez abajo, entramos en el coche, y me lleva a un restaurante italiano, aparte de caro. Parece que quiere impresionarme.
- ¿Te gusta el sitio? No sabía si llevarte a un francés, o a un chino con lo que decidí traerte a un italiano.
- Me encanta este restaurante, nunca había venido. Gracias.
- No tienes que dármelas, la verdad es que quería invitarte a cenar desde que nos vimos la primera vez –Hablamos de nosotros durante la cena. Después nos metemos en el coche y me acompaña a casa.
- Bueno, espero que te haya gustado la cena. Estaba muy nervioso por si era de tu agrado.
- Me ha encantado, de verdad que sí. –Nos miramos y por un momento me acuerdo de Yosh, ¿por qué?, no lo sé. Después veo como Bobby se acerca a besarme, tiene los ojos cerrados y los labios en posición. Me hace mucha gracia. De repente ya no es Bobby, es Yosh y no puedo evitar responder a su dulce invitación. Nos besamos durante un rato. Cuando abro los ojos me doy cuenta de mi error: he besado a Bobby pensando en Yosh. Me avergüenzo y salo corriendo del coche, subo deprisa a mi apartamento y me tumbo en mi cama a llorar. Me duermo pensando en que a pesar de los años no le he olvidado. Al día siguiente me levanto de la cama, me quito el maquillaje, me pongo ropa cómoda y la llamo por teléfono. Tarda un poco en contestar.
- ¿Dígame?
- No le he olvidado, no puedo, le sigo queriendo, y me está matando por dentro. Me encantaría que estuvieses aquí paraconsolarme.
- Oh, cariño, pero dime ¿qué ha pasado? –Niki me conoce tan bien. A veces pienso si no me lee la mente.
- Ayer salí con Bobby, ya sabes, el rubio arquitecto, y cuando me dejó en casa nos besamos pero me imaginé que era Yosh. –Llorando- ¿Qué puedo hacer? ¿No voy a poder ni besar a un chico sin que me sienta culpable?
- Cariño, no pienses eso, tú no haces nada malo, ni si-quiera llegasteis a salir. Simplemente estás viviendo tu vi-da. ¿Has hablado con Bobby?
- ¡Qué va! Pero si salí corriendo del coche. Ahora pensará que soy una maleducada por salir corriendo después de besarle. Y lo peor de todo es que hoy tiene cita conmigo.
- Pues échale huevos, cámbiate, ponte guapa, atiéndele y pídele perdón ¿vale?, y si de verdad ese chico merece la pena te dará otra oportunidad. Acuérdate de que te quiero mucho, nunca lo olvides ¿me oyes?
- Está bien. Cambiando de tema, ¿qué tal Pablo?
- ¡Me ha pedido que me case con él!
- ¿En serio? Me alegro mucho cariño. Y ¿para cuándo la boda?
- Para junio del 2018, sobra decir que estás invitadísima. Bueno cariño, te voy a dejar que ha venido mi suegra.
- Vale, no te entretengo más. Dale recuerdos a todos y un beso.
- Adiós.
Niki se casa, ¿quién me lo iba a decir? Cuando éramos pequeñas soñábamos con nuestra boda perfecta. Y ahora ella va a poder cumplir uno de sus sueños. Bueno, ya está bien, ahora mismo me cambio, me pongo guapa y cuando venga Bobby hablo con él. Dos horas después suena el timbre. Abro la puerta y allí está.
- Hola Alex, no sabía si venir o llamarte antes. Si algo de lo que pasó ayer te molestó para que te fueras sin despedirte siquiera después de habernos besado lo siento. –Me acerco despacio y le doy un beso apasionado.
- Vale. Supongo que esto cambia las cosas. Aunque aún no me ha quedado del todo claro lo que quieres decime.
Me río y le vuelvo a besar. Nos besamos durante un rato y lentamente nos vamos yendo al dormitorio. Nos sentamos en la cama.
- ¿Estás segura de esto?
Le vuelvo a besar más apasionadamente. Empezamos a acariciarnos. Nos vamos desnudando lentamente mientras nos besamos.
- Si no quieres paro.
- No. Sé lo que hago.
Continuamos y lo hacemos. Es una extraña experiencia. Debo admitir que sabe lo que hace. Al final, nos quedamos abrazados y pensativos. Estoy contenta porque sabía que en el fondo quería que pasase. Me doy cuenta de que me mira mientras sonrío y para decirle lo que pienso respondo con un dulce beso en los labios.
- ¿Me vas a decir ahora por qué saliste corriendo ayer?
- Simplemente lo necesitaba, espero que sepas perdonarme. Eso sí, no pienses que yo me acuesto con el primero que sube a mi casa.
- Eso quiere decir que soy diferente, es decir, especial.
- Es posible. –Me mira con esos ojos verde esperanza que tanto me gustan y me da un beso. De repente suena el timbre y desde la puerta se oye:
- Alex, somos nosotras, esta vez toca en tu casa.
- ¡Mierda, mierda, mierda, tienes que irte ya!
- Pero ¿por qué, qué pasa?
- Haber, te lo resumo, desde que dos amigas mías y yo nos quedamos solteras dos veces al mes quedamos en casa de alguna para, bueno, mandaros a la mierda por así decirlo, entonces no te pueden ver y menos así desnudo, si se enteran de que tengo pareja no me volverán a invitar.
- Entonces ¿somos novios?
- Si después de lo que hemos hecho no te consideras mi pareja entonces creo que sí estoy soltera.
- Vale, vale, ya me voy.
- No da tiempo, métete en el baño, vístete y yo te daré una señal para que te puedas ir. Date prisa que me tengo que poner algo y abrirlas. ¡Vamos! –Desde la puerta:
- Alex, venga ábrenos, no hagas como que no estás porque te estamos oyendo.
- Ya voy, un segundo que me estaba duchando.
- Te llamo luego, sobre las ocho. Hasta luego. –Me
pongo una toalla y abro la puerta.
- ¿Qué ta? Pasad al salón, me cambio y en un momento charlamos. –Susurrando-. Sal ahora. –Me da un  beso rápido y silenciosamente abre la puerta, sale y la cierra otra vez despacio. Una vez en el rellano se percata de que se ha dejado los calzoncillos en mi salón y me manda un mensaje. Cuando lo veo me doy cuenta de que tiene razón e intento cogerlos cuando Cintia lo ve primero y con un guiño me deja tranquila.
- Bueno chicas –Susan se sienta en el sofá y como dos cómplices Cintia y yo hacemos lo mismo- ayer me encontré con mi ex y para demostrarle que estoy muy bien sola nos acostamos. Pero tranquilas que al acabar le dije: “Ahora sé por qué te dejé”. –Desde que conozco a Susan siempre se ha comportado igual, en alguna ocasión he llegado a pensar que tiene un problema con el sexo pero como la conozco tan bien lo negará.
- Pues yo tengo que contaros una cosa. –No quiero mentirlas y seguro que me entienden-. Estoy saliendo con alguien y espero que no me lo reprochéis.
- No pasa nada, yo creía que nos ibas a decir que eras lesbiana. Ya te había visto mirarme con deseo. Siempre he querido probar cosas nuevas. –Veis lo de su problema con el sexo. Y así nos pasamos un rato comentando anécdotas de cuando estábamos en la uni y vivíamos juntas. Echo tanto de menos esos días en los que lo único que nos preocupaba era de si el macizo de clase se fijaba en nosotras. Cuando se van me alegro de poder estar un rato a solas pero suena mi teléfono y al ver quién llama no me importa que me molesten.
- Hola Alex. Estaba pensando ¿quieres cenar en mi casa? Se me da de maravilla cocinar sushi.
- Sí, me encantaría, estaré allí en media hora. –Media hora después llamo al timbre de la casa de Bobby.
- Hola, espero que no te importe que haya traído ropa para mañana, pensaba que quizá podría quedarme a dormir, si te parece bien.
- Me parece una idea magnífica. –Nos damos un beso y nos dirigimos a la cocina. Al pasar por el comedor observo que ha puesto velas en la mesa.
- Me gusta mucho tu casa. ¿La has decorado tú?
- No, mi ex la decoró y cuando lo dejamos yo me quedé con el piso. Es decoradora de interior y debo decir que tiene mucho talento.
- ¿Por qué lo dejasteis?
- Nos dimos cuenta de que éramos demasiado diferentes, nuestros intereses chocaban continuamente y decidimos que lo mejor era dejarlo. Por eso acudí a tu consulta. ¡Qué vueltas da la vida ¿no?!
- Sí. Me alegro en parte que la dejaras. Es decir, no me alegro de que acabase tu relación, ya me entiendes. –Bobby se ríe.
- Estás tan mona cuando no sabes qué decir. Bueno, la cena ya está. –Nos sentamos en la mesa del salón y empezamos a cenar-. Me gustaría que me contases cosas sobre ti. ¿De dónde eres? Porque a juzgar por tu acento deduzco que no eres de aquí.
- Pero ¿tanto se me nota?
- Un poco, pero hablas el inglés perfectamente.
- Soy de España, nací en Madrid. Cuando aprobé la Selectividad me aceptó la universidad de New York y me vine a los Estados Unidos. Acabé de estudiar psicología y monté mi propia consulta en mi apartamento. –Seguimos chalando de temas variados y después nos fuimos a su habitación. Al día siguiente se despide de mí con un beso y me dice que me quede hasta cuando quiera. Cuando se va me levanto, me doy una ducha, me cambio y pongo rumbo a mi apartamento. El día se presenta ajetreado: tengo cinco clientes ese día con lo que será mejor prepararlo todo. Al acabar el día laboral recibo una llamada.
- Hola cariño, ¿qué tal todo por allí?, ¿estarás comiendo bien, no?
- Sí mamá. ¿Qué tal estáis papá y tú?
- Bastante bien, a tu padre le han dado un aumento de sueldo en la oficina. Bueno, te llamaba para decirte que tu padre y yo hemos pensado mandar a tu hermana contigo para que termine el instituto y sea más fácil que la acepten en una universidad de allí. ¿Te parece bien?
- Depende. ¿Sigue siendo una adolescente problemática? En ese caso, podré experimentar con ella.
- ¡Alex! Que es tu hermana.
- Mamá, estaba siendo sarcástica. Me encantará que venga. Lo de adolescente problemática iba en serio. –Nos reímos-. ¿Cuándo vendrá?
- Mañana tienes que ir a recogerla al aeropuerto a las once de la mañana.
- ¡¿Mañana?! Pero mamá eso es muy precipitado.
- Bueno cariño, recuerdos de tu padre, cuida de tu hermana. Te quiero. –Habló tan rápido que no me dio tiempo a articular palabra. Madre mía, ya me lo podría haber dicho antes. Claro, sabía que si me lo decía yo me iba a negar y de esta manera no podía decir que no. Mañana a las once. Tendré que prepararle la habitación de invitados. Al día siguiente en el aeropuerto. Allí está. Sigue igual, aunque podría decir que es igualita a mi cuando yo tenía su edad.
- Hola Sam, ¡cuánto has crecido!
- Ahora no vallas de hermana guay porque conmigo no funciona. Si me quedo en tu casa es porque mamá no me deja conseguirme algo, y mira que le dije que mi novio Mario me acompañaba y así no estaba sola, pero ¡nooo!, como no confía en mí me manda al cuidado de mi hermana como si fuera una niña pequeña. Ya tengo dieciséis, incluso le podría dar un nieto.
- Ehh, ¿el viaje bien, no? –Esto va a ser divertido-. Bue-no, sígueme hasta mi coche. –Nos pasamos el trayecto hasta mi apartamento en silencio. La dejaré descansar. Luego, podré charlar con ella, o al menos eso espero. Cuando llegamos, entra en su habitación y coloca sus cosas.
- Sólo te voy a decir una cosa. Ya sé que mamá me ha dejado a tu cargo y todo lo que tú quieras pero tengo varias condiciones: no limpio, no cuido de nadie, no tengo horario de irme a dormir ni de salir, como mucho hago mi cama pero sólo los días pares, los impares no me apetece, no te metas en mi vida, husmea en algo mío y estás muerta. Una cosa más, si traes al imbécil de tu novio, tu lío o como lo quieras llamar, no quiero veros enrollándoos y menos ver su calzoncillo por alguna parte. Veo que lo has entendido. Si cumples lo que te he dicho quizá podamos llegar a llevarnos bien. Y ahora me voy a dar una vuelta. No sé a qué hora volveré así que no me esperes despierta. Pero tenme la cena lista para cuando yo llegue. Adiós. –Y se va dando un portazo. Joder. Entiendo que esté en la edad de los cambios y cierto que la última vez que la vi sólo tenía diez años pero madre mía la que me espera. Cojo el teléfono y marco un número de memoria.

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